Como la poesía, como el ajedrez, como el avistaje de aves, el arte se nutre de pausas. Contemplar una buena obra es una experiencia que no tiene nada que ver con scrollear en Instagram o mirar un talk show en la televisión. Abrir los ojos, recorrer el cuadro, observar los detalles, interpretar, especular, sentir. Las obras de Eric Fischl toman de la corbata al espectador y no lo sueltan hasta que su mirada se haya posado por cada recoveco de la trama pictórica.
Saigon, Minnesota”, de Eric Fischi
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