Anais, se llevó a su casa a Gaviotita, que así llamó, la puso en caja de madera, le hizo una camita con algodón para que se sintiera cómoda, remojaba pan con leche , pacientemente acercaba al pico de la pequeña ave, día a día Gaviotita mejoraba, sus ojitos brillaban , aunque Anais sabía que en su alma habitaba tristeza, añoraba a los suyos.
Anais, cada tarde bajaba a la playa, a lugar donde encontró a Gaviotita, una semana después revoloteaba un grupo de gaviotas adultas, una bajaba justo donde cayó Gaviotita, Anais intuyó que era la mamá esperando encontrar a su cría, Anais supo que era el momento de llevarla a la playa.
Una tarde, la miró dulcemente y le dijo ‘Gaviotita ya sanaste, te vas con mamá’, en la misma caja que fue su nido, la acercó a la playa, la dejó sobre la arena, a los pocos minutos allí estaba la gaviota madre, rozaron sus picos, se besaron, Gaviotita emitía sonidos alegres, era feliz al ver a su madre, por unos instantes, las miradas de la gaviota y Anais se encontraron, le agradecía el cuidar a la pequeña.
Anais, un tanto triste, contemplaba como se alejaban las gaviotas, se encariñó con el ave, pero cada uno pertenece a su lugar...
Magda Jardí
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