Somos
mentes atrapadas en nuestro propio pensamiento. Una tendencia, una reflexión,
un instante de inspiración y de nuevo la pluma y toda la imaginación se muestra
en un papel, que algunas veces es imperecedero. Como una mota de polvo, toda
sensación queda evaporada; fusionándose con el viento, la lluvia, la frialdad
del gélido invierno; pero resurgiendo con el calor del estío y el fuego de
nuestros versos.
Caminamos
sobre universos inusitados, siempre
atentos al brillo de las estrellas, de la tenue luz de la alborada, de la paz templada
y de luna cuando se ausenta. ¿Dónde fuiste princesa de las mareas? Tú que eres
fiel reflejo de los océanos, tenue silencio en el crepúsculo, testigo inerte de
los amantes; serenidad de quién te admira desde la cima de la montaña.
¡Déjame
ver, por qué tu luz no acompaña mi camino!