.
Cada noche la melancolía me arranca un lamento que se convierte en sinfonía. Como una melodía que irrumpe entre los sueños de una opresiva tristeza. No sé si el tiempo forjó profundas grietas o si tal vez es mi alma quién se inquieta; pero si se que no puedo escuchar a la nostalgia, ni dejar que la música que armoniza el viejo piano de la vida, siga tocando como un claustro de voces que no dejan de suspirar.
Y cada nuevo amanecer me fundo en un extraño
magnetismo que me obliga a seguir escuchando, cada nueva nota, cada nuevo
soneto; cada nuevo suspiro.
Y
el reloj sigue inexorable; tic, tac… y con cada nuevo anochecer un solo anhelo;
que la melancolía me abandone de nuevo.